Pedro y Beatriz llevaban tiempo dándole vueltas a la idea de “volver a la ciudad” para estar «más cerca del tranvía» que le ayudaría a estar en contacto con sus nietos por lo que habían decidido vender la casa donde habían criado a sus hijos, el adosado ya era grande y ahora para ellos dos solos aún lo parecía más. No le faltaba un detalle y desde la terraza con vistas de su gran buhardilla hasta la bodega donde habían tenido tantas reuniones de amigos y eventos familiares, pasando por el enorme salón, la cocina con office y los amplios dormitorios, todo estaba listo para entrar a vivir. Los años no parecían haber pasado por la casa a la que habían cuidado con mimo y donde se había realizado un excelente mantenimiento.
Venían referenciados por José Luis, otro vecino (y amigo nuestro), a quien también ayudamos en la gestión de venta de su casa en la misma urbanización muy cercana a Zaragoza y lo que son las cosas, sufrió el “síndrome del referenciado” ya que en su caso se tardó más de un año en vender la propiedad mientras que la operación de Pedro nos llevó poco más de un mes.
Si ya hemos dicho que teníamos a unos interesados en vender su casa, por otro lado, estaban Cristina y Guillermo, que habían decidido criar a su hija “en el campo” pero con las comodidades de la ciudad y sin renunciar a la piscina que ya tenían en su actual residencia de Zaragoza. Guillermo, nunca habría pensado que la casa por la que pasaba muchos días desde hace más de 10 años “corriendo para mantenerse en forma” iba a ser su futuro hogar.
Cristina nos comentó que había encontrado “la casa de sus sueños” y como ya tenía la financiación resuelta previamente (una mujer muy calculadora a la que no se le escapaba ningún detalle) pensó en su particular “cuento de la lechera” poniendo su casa a la venta una vez decidida la compra, esperando conseguir comprador en un tiempo razonable aunque no tenía demasiada prisa.
Y lo que son las cosas, una de las primeras visitas a la vivienda (que por cierto había seguido todas las instrucciones necesarias para la “puesta a punto” en su salida al mercado), lanzó una oferta atractiva por la casa y la operación de venta se cerró en pocos días por lo que finalmente no necesitó solicitar la hipoteca que ya tenía concedida.
Quien vende, compra casa en un emblemático edificio para estar cerca del tranvía y poder atender a sus nietos ahora que disfruta de más tiempo una vez jubilado.
Los compradores no renuncian a la piscina para su hija y un buen colegio en las cercanías, así como tener espacio para todo en el gran adosado que acaban de adquirir.
En definitiva, todos han quedado encantados con esta operación que aunque la contemos después de un final feliz, no ha estado exenta de complicaciones, nervios y las consabidas mudanzas exprés.
Han sido dos ventas rápidas, encadenadas por así decirlo y en el que tres familias (aunque no conocemos a los compradores de la vivienda de Cristina y Guillermo) han conseguido el objetivo de tener un nuevo hogar.
Los nombres son figurados como hacemos habitualmente, pero «la historia» se desarrolló con bastante fidelidad, aunque tenemos que decir, que el colegio al que asistirá la hija de los compradores no es el de la foto (por suerte para ella).
Félix Bozal es asesor inmobiliario en BIARRITZ-inmo.